Sunday, February 5, 2012

El fantasma y la se�ora Muir

Si en alguna ocasi�n ya habl� de aquellas historias que nos acompa�aron en el pasado y a las que tememos volver a revisitar a�os despu�s por miedo a perder un buen recuerdo, esta que traigo hoy digamos que ilustra el caso contrario: la primera vez que vi El fantasma y la se�ora Muir no deb�a yo tener m�s de doce o trece a�os y, sin embargo, aunque suene extra�o, me gan� con su factura elegante, su ritmo pausado, los di�logos tranquilos pero con punta, su m�sica y esa preciosa fotograf�a en blanco y negro que tienen las pel�culas de los a�os 40. 

Quiz�s hoy en d�a, para la mayor�a, no sea m�s que una de esas pel�culas donde no pasa nada, pero a m� ya en su momento me dio la sensaci�n de que en esa suavidad en realidad se enlazan muchos temas. Bajo el argumento de una historia rom�ntica de una viuda de principios de siglo que se muda a una nueva casa que tiene todav�a como inquilino al fantasma del anterior propietario, se esconde la lucha de la protagonista por tener y ser due�a de su propia vida. Primero, huyendo de la influencia agobiante de la familia de su difunto marido y mud�ndose a un hogar apartado en una poblaci�n tranquila en la costa. Despu�s, intentando volver a subirse al carro del mundo sin �xito. El encuentro de la pac�fica se�ora Muir con el explosivo, pero muy muerto, capit�n Gregg es el centro de la historia, cargada de fino humor y fintas verbales. La parte final en la que Lucy acepta su soledad nos hace sentir como en un sue�o, en la que nos deja con la duda de si todo lo anterior fue real o solo una ficci�n. 

�Qu� m�s decir? Siempre me pareci� una maravilla la manera en la que Gene Tierney y Rex Harrison llevan el peso de la historia, dos realidades que se comunican y juegan con las palabras como se hace con la luz en un juego de espejos, y en la que aparecen pocos m�s personajes pero qu� personajes: George Sanders, Edna Best y una peque Natalie Wood que no llegaba a los diez a�os...
�C�mo te hubiera gustado el Cabo Norte, y los fiordos al sol de medianoche; cruzar los arrecifes de Barbados, donde el agua azul se vuelve verde; las Falkland, donde la galerna del sur hace que el mar se ponga blanco de espuma! �Cu�ntas cosas nos perdimos, Luc�a!
A veces te sientes m�s sola con otras personas que cuando est�s sola de verdad. Por mucho que las quieras.

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