De entre todos los personajes que aparecen en las obras de Tolkien, de entre todas las historias que tienen como escenario la Tierra Media, siempre me quedar� con Maeglin y con las extra�as circunstancias en las que naci�, vivi� y muri�.
Quiz�s pueda sonar extra�o, pero me apasiona como car�cter. Por decirlo de alguna manera, se aparta en muchos aspectos de aquello a lo que Tolkien pareciera tenernos acostumbrados en materia de elfos y, tambi�n, nos deja algunas inc�gnitas sin resolver y algunos ecos de historias antiguas que avivan la imaginaci�n.
As�, ya su nacimiento implica una historia poco usual: c�mo Aredhel, la hermana del rey Turgon de Gondolin, la ciudad oculta, decide dejar su encierro y volver a recorrer los caminos en busca de sus primos, los hijos de F�anor, con quienes comparti� una gran amistad en Valinor. Por otro lado E�l, llamado el Elfo Oscuro por su car�cter taciturno, pariente del rey Thingol, ya hac�a tiempo que hab�a abandonado Doriath, siguiendo tambi�n un extra�o deseo, y se hab�a instalado en Nan Elmoth, donde los �rboles eran tan altos que tapaban la luz del Sol pero donde se pod�a caminar bajo la luz de las estrellas, como antes de la llegada de Morgoth. La historia de esta pareja no pod�a ser m�s extra�a, pues se mueve en muchos aspectos entre luces y sombras: Aredhel queda literalmente atrapada en los dominios de E�l, aunque se dice que, al menos al principio, no estaba del todo descontenta con su nueva vida. Como puede verse, es una historia con muchos ecos de cuentos cl�sicos pero, aqu�, el final no ser� feliz. Importante diferencia.
Es en estas circunstancias que nace Maeglin. Y, con su nacimiento, empiezan a verse tambi�n los que ser�n futuros problemas en el para�so; aunque parezca en un primer momento algo inocente, Aredhel le da un nombre en la lengua de los Noldor: L�mion, hijo del crep�sculo, por haber nacido en las sombras de Nan Elmoth. E�l no le dar� un nombre -Maeglin, mirada aguda- hasta que el ni�o tenga doce a�os de edad y empiece a advertir sus cualidades. As� pues, cada uno empieza a darle una educaci�n a su manera: Aredhel, adem�s de darle un nombre en Quenya, prohibido en Doriath y en los dominios de E�l, le cuenta historias que despertar�n en ella el anhelo de volver a Gondolin y, en Maeglin, el deseo de conocer realmente el mundo que hay m�s all� de Nan Elmoth. Por su lado, E�l se centrar� en ense�arle sus conocimientos de herrero y en hacer que le acompa�e en sus viajes a las ciudades de los Enanos, a los que le une tambi�n una rara amistad y de los que Maeglin aprender� los secretos de la extracci�n de metales.
Pasan los a�os, hasta que estalla el conflicto: Maeglin, en su ingenuidad, pide a E�l poder visitar a los hijos de F�anor, de los que ha escuchado tantas historias de labios de su madre. Poco pod�a suponer hasta qu� punto llegaba el odio de su padre por los Noldor, a los que culpaba de la vuelta de Morgoth. Realmente, �cu�l fue el pasado de E�l? Esto es algo de lo que ya nunca podremos saber nada, pero que abre numerosas puertas a la imaginaci�n. En todo caso, la relaci�n entre E�l y Maeglin empieza a ir de mal en peor hasta que, por �ltimo, Maeglin, aprovechando una ausencia de E�l, convence a Aredhel para huir. A esas alturas, no tuvo que rogar mucho para convencerla...
Parten hacia Gondolin con E�l, que finalmente se percata de lo que ocurre, pis�ndoles los talones. Y entra en escena la ciudad; mas, lo que hab�a de ser el verdadero principio de la vida para Maeglin, habr� de convertirse en el principio del fin. Y es que, si bien llegan sanos y salvos y son bien recibidos por Turgon, E�l llegar� poco despu�s y reclamar� su vuelta. La mala fortuna se aliar� con los malos �nimos, cosa que har� que Aredhel muera por defender a Maeglin y E�l sea condenado a muerte por su acci�n. As� se cumple un destino tr�gico y, por otro lado, supone el comienzo de la ca�da de Maeglin como personaje.
Ser� colmado de honores por parte de Turgon, en recuerdo de su hermana, y Maeglin prosperar� tambi�n por m�ritos propios en Gondolin gracias a su habilidad para trabajar y extraer metales. Pero su car�cter, ya de por s� similar al de E�l, no har� m�s que agriarse: amar� a su prima Idril sin ser correspondido y sin esperanza de serlo alg�n d�a y tampoco podr� ya nunca m�s abandonar la ciudad, con todo lo que esto supondr� para �l. As� pues, realmente todos sus anhelos se vienen abajo y se abre un interrogante: �hasta qu� punto su deseo por Idril tiene que ver con la Maldici�n / Profec�a de Mandos? De nuevo parecen resonar antiguos ecos de viejas historias: las faltas de los antepasados, de alguna manera, marcar�n el futuro de la descendencia... Y el propio origen de Maeglin no es el m�s habitual.
No es de extra�ar, pues, que se comporte con H�rin y Huor de forma desagradable, ya que adem�s ellos recibir�n de Turgon permiso para abandonar Gondolin. Y, sin embargo, cuando el rey le pida, antes de la Batalla de las L�grimas Innumerables, quedarse como regente en la ciudad, rechazar� el ofrecimiento y marchar� con �l, mostrando all� su valor. Quiz�s fuera un �ltimo -o pen�ltimo- intento por salir a flote. Quiz�s de nuevo resuenan los ecos de viejas historias: un ofrecimiento similar al que le hiciera Arturo a Mordred, pero con resultados muy diferentes... de momento.
Poco importar�. Una vez que, a�os despu�s, llegue Tuor a Gondolin se ver� que ya no hay remedio. Llegar� hasta el extremo de oponerse a abandonar la ciudad con tal de llevarle la contraria, un detalle que a menudo pasa desapercibido, pero que muestra muy a las claras c�mo su obsesi�n por Idril se ha vuelto contra �l y se antepone a su deseo inicial de libertad. Por otro lado, tambi�n es cierto que dejar� mucho de s� mismo en Gondolin, en cierta manera igual que Turgon, en cierta forma para evadirse de sus fantasmas. Muestra de ello es la construcci�n de la S�ptima Puerta de Gondolin tras su vuelta de la Nirnaeth Arnoediad. Otro detalle que muestra claramente c�mo todo se est� precipitando es el hecho de a veces se aventure fuera de los l�mites en su b�squeda de metales, desobedeciendo las leyes de Turgon.
Durante una de estas expediciones ser� capturado y llevado ante Morgoth. Aceptar� ofrecerle la ubicaci�n de la ciudad por temor a las torturas y, el Valar, en su alegr�a, le prometer� a su vez el gobierno de Gondolin y a la propia Idril. Y a este ofrecimiento se aferrar�, contra toda raz�n. Como dijo Maquiavelo, "...recordemos que el demonio tambi�n hace milagros" y Maeglin volver� de buena gana a la ciudad, con �nimo, creyendo haber encontrado una salida a su situaci�n. Cuando caiga Gondolin en manos de Morgoth, Maeglin perecer�, vencido por Tuor en un duelo sobre los muros de la ciudad. Me gusta imaginar este duelo como el duelo final de "Los Vikingos" y que hubiese tenido, de alguna manera, alg�n �ltimo momento de lucidez. En fin, tampoco lo sabremos nunca. Otra historia para la imaginaci�n.
En todo caso, no hay duda de que estamos ante un gran personaje, m�s rico en matices de lo que se pueda pensar a primera lectura, eternamente anhelando moverse hacia la luz pero cayendo en las sombras. Ojal� le vaya mejor en las Estancias de Mandos. ;D
Im�genes: Catherine Karina Chmiel-Gugulska
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