Saturday, July 11, 2009

De Maeglin

De entre todos los personajes que aparecen en las obras de Tolkien, de entre todas las historias que tienen como escenario la Tierra Media, siempre me quedar� con Maeglin y con las extra�as circunstancias en las que naci�, vivi� y muri�.

Quiz�s pueda sonar extra�o, pero me apasiona como car�cter. Por decirlo de alguna manera, se aparta en muchos aspectos de aquello a lo que Tolkien pareciera tenernos acostumbrados en materia de elfos y, tambi�n, nos deja algunas inc�gnitas sin resolver y algunos ecos de historias antiguas que avivan la imaginaci�n.

As�, ya su nacimiento implica una historia poco usual: c�mo Aredhel, la hermana del rey Turgon de Gondolin, la ciudad oculta, decide dejar su encierro y volver a recorrer los caminos en busca de sus primos, los hijos de F�anor, con quienes comparti� una gran amistad en Valinor. Por otro lado E�l, llamado el Elfo Oscuro por su car�cter taciturno, pariente del rey Thingol, ya hac�a tiempo que hab�a abandonado Doriath, siguiendo tambi�n un extra�o deseo, y se hab�a instalado en Nan Elmoth, donde los �rboles eran tan altos que tapaban la luz del Sol pero donde se pod�a caminar bajo la luz de las estrellas, como antes de la llegada de Morgoth. La historia de esta pareja no pod�a ser m�s extra�a, pues se mueve en muchos aspectos entre luces y sombras: Aredhel queda literalmente atrapada en los dominios de E�l, aunque se dice que, al menos al principio, no estaba del todo descontenta con su nueva vida. Como puede verse, es una historia con muchos ecos de cuentos cl�sicos pero, aqu�, el final no ser� feliz. Importante diferencia.

















Es en estas circunstancias que nace Maeglin. Y, con su nacimiento, empiezan a verse tambi�n los que ser�n futuros problemas en el para�so; aunque parezca en un primer momento algo inocente, Aredhel le da un nombre en la lengua de los Noldor: L�mion, hijo del crep�sculo, por haber nacido en las sombras de Nan Elmoth. E�l no le dar� un nombre -Maeglin, mirada aguda- hasta que el ni�o tenga doce a�os de edad y empiece a advertir sus cualidades. As� pues, cada uno empieza a darle una educaci�n a su manera: Aredhel, adem�s de darle un nombre en Quenya, prohibido en Doriath y en los dominios de E�l, le cuenta historias que despertar�n en ella el anhelo de volver a Gondolin y, en Maeglin, el deseo de conocer realmente el mundo que hay m�s all� de Nan Elmoth. Por su lado, E�l se centrar� en ense�arle sus conocimientos de herrero y en hacer que le acompa�e en sus viajes a las ciudades de los Enanos, a los que le une tambi�n una rara amistad y de los que Maeglin aprender� los secretos de la extracci�n de metales.
















Pasan los a�os, hasta que estalla el conflicto: Maeglin, en su ingenuidad, pide a E�l poder visitar a los hijos de F�anor, de los que ha escuchado tantas historias de labios de su madre. Poco pod�a suponer hasta qu� punto llegaba el odio de su padre por los Noldor, a los que culpaba de la vuelta de Morgoth. Realmente, �cu�l fue el pasado de E�l? Esto es algo de lo que ya nunca podremos saber nada, pero que abre numerosas puertas a la imaginaci�n. En todo caso, la relaci�n entre E�l y Maeglin empieza a ir de mal en peor hasta que, por �ltimo, Maeglin, aprovechando una ausencia de E�l, convence a Aredhel para huir. A esas alturas, no tuvo que rogar mucho para convencerla...

Parten hacia Gondolin con E�l, que finalmente se percata de lo que ocurre, pis�ndoles los talones. Y entra en escena la ciudad; mas, lo que hab�a de ser el verdadero principio de la vida para Maeglin, habr� de convertirse en el principio del fin. Y es que, si bien llegan sanos y salvos y son bien recibidos por Turgon, E�l llegar� poco despu�s y reclamar� su vuelta. La mala fortuna se aliar� con los malos �nimos, cosa que har� que Aredhel muera por defender a Maeglin y E�l sea condenado a muerte por su acci�n. As� se cumple un destino tr�gico y, por otro lado, supone el comienzo de la ca�da de Maeglin como personaje.

Ser� colmado de honores por parte de Turgon, en recuerdo de su hermana, y Maeglin prosperar� tambi�n por m�ritos propios en Gondolin gracias a su habilidad para trabajar y extraer metales. Pero su car�cter, ya de por s� similar al de E�l, no har� m�s que agriarse: amar� a su prima Idril sin ser correspondido y sin esperanza de serlo alg�n d�a y tampoco podr� ya nunca m�s abandonar la ciudad, con todo lo que esto supondr� para �l. As� pues, realmente todos sus anhelos se vienen abajo y se abre un interrogante: �hasta qu� punto su deseo por Idril tiene que ver con la Maldici�n / Profec�a de Mandos? De nuevo parecen resonar antiguos ecos de viejas historias: las faltas de los antepasados, de alguna manera, marcar�n el futuro de la descendencia... Y el propio origen de Maeglin no es el m�s habitual.

No es de extra�ar, pues, que se comporte con H�rin y Huor de forma desagradable, ya que adem�s ellos recibir�n de Turgon permiso para abandonar Gondolin. Y, sin embargo, cuando el rey le pida, antes de la Batalla de las L�grimas Innumerables, quedarse como regente en la ciudad, rechazar� el ofrecimiento y marchar� con �l, mostrando all� su valor. Quiz�s fuera un �ltimo -o pen�ltimo- intento por salir a flote. Quiz�s de nuevo resuenan los ecos de viejas historias: un ofrecimiento similar al que le hiciera Arturo a Mordred, pero con resultados muy diferentes... de momento.















Poco importar�. Una vez que, a�os despu�s, llegue Tuor a Gondolin se ver� que ya no hay remedio. Llegar� hasta el extremo de oponerse a abandonar la ciudad con tal de llevarle la contraria, un detalle que a menudo pasa desapercibido, pero que muestra muy a las claras c�mo su obsesi�n por Idril se ha vuelto contra �l y se antepone a su deseo inicial de libertad. Por otro lado, tambi�n es cierto que dejar� mucho de s� mismo en Gondolin, en cierta manera igual que Turgon, en cierta forma para evadirse de sus fantasmas. Muestra de ello es la construcci�n de la S�ptima Puerta de Gondolin tras su vuelta de la Nirnaeth Arnoediad. Otro detalle que muestra claramente c�mo todo se est� precipitando es el hecho de a veces se aventure fuera de los l�mites en su b�squeda de metales, desobedeciendo las leyes de Turgon.


















Durante una de estas expediciones ser� capturado y llevado ante Morgoth. Aceptar� ofrecerle la ubicaci�n de la ciudad por temor a las torturas y, el Valar, en su alegr�a, le prometer� a su vez el gobierno de Gondolin y a la propia Idril. Y a este ofrecimiento se aferrar�, contra toda raz�n. Como dijo Maquiavelo, "...recordemos que el demonio tambi�n hace milagros" y Maeglin volver� de buena gana a la ciudad, con �nimo, creyendo haber encontrado una salida a su situaci�n. Cuando caiga Gondolin en manos de Morgoth, Maeglin perecer�, vencido por Tuor en un duelo sobre los muros de la ciudad. Me gusta imaginar este duelo como el duelo final de "Los Vikingos" y que hubiese tenido, de alguna manera, alg�n �ltimo momento de lucidez. En fin, tampoco lo sabremos nunca. Otra historia para la imaginaci�n.

En todo caso, no hay duda de que estamos ante un gran personaje, m�s rico en matices de lo que se pueda pensar a primera lectura, eternamente anhelando moverse hacia la luz pero cayendo en las sombras. Ojal� le vaya mejor en las Estancias de Mandos. ;D


Im�genes: Catherine Karina Chmiel-Gugulska

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