Alfons Maria Mucha |
No hay duda de que internet es un pa�uelo. De repente, un buen d�a, puedes ir a parar por casualidad a un sitio que te traiga a la mente los recuerdos m�s antiguos. Uno de estos recuerdos es, sin duda, la de una antigua superstici�n que manten�an en su d�a en el pueblo original de mi madre, en la provincia de Badajoz. En �l, las ancianas, todav�a afirmaban que la luna llena era fatal para la lactancia ya que la luna, en esta fase, ten�a la facultad de cortar la leche de las madres, con el consiguiente peligro para el ni�o y los quebraderos de cabeza que esto habr�a podido suponer para las familias humildes antiguamente, en tiempos anteriores al biber�n, al tener que verse forzadas a buscar una nodriza. Sin embargo, esto ten�a soluci�n: las mujeres se colgaban al cuello un amuleto de metal en forma de media luna que, seg�n contaban, ten�a la capacidad de neutralizar el poder da�ino de la luna llena. Curioso, �verdad? A m�, por lo menos, siempre me lo pareci�: era el �nico lugar en el que hab�a o�do esta historia y no sab�a cual podr�a ser su origen.
Pues bien, estos d�as me he encontrado con un art�culo que me lo ha hecho recordar: La lactancia en la Alta Extremadura. Centrado en la provincia de C�ceres, hace un repaso a antiguas costumbres ya apenas recordadas, pero que tiene la capacidad de hacer entrever en algo c�mo era no hace tantas d�cadas el d�a a d�a en la regi�n en este aspecto: costumbres, cuidados, supersticiones y miedos que formaban parte de la vida de nuestras antepasadas y que no aparecen en los libros de historia. No s� si alguien lo entender� pero me ha hecho sentir un poco como Roy Batty, aunque pueda sonar a broma. Y es que, a pesar de mis pocos a�os, me ha hecho darme cuenta de que yo tambi�n he sido testigo de un mundo ya pr�cticamente desaparecido. Un mundo que ha llamado la atenci�n de muy pocos, s�, pero que tambi�n ha sido el nuestro.
El fragmento que sigue es s�lo una parte, aquella en la que se hace referencia a la historia de esta entrada:
DE LA LUNA Y OTROS MALES[...]No est� de m�s el se�alar las precauciones maternas para no perjudicar la salud del lactante. Es de dominio p�blico que unos "pechos alunados" acarrean fatales consecuencias para el ni�o, ya que si mamase de ellos perder�a el apetito, se demacrar�a y, tambi�n es posible, encontrar�a la muerte. En Villanueva de la Sierra, Santa Cruz de Paniagua, Villa del Campo, Aceituna, La Granja y Cabezabellosa, siempre como medida profil�ctica, la mujer lactante se toca los pezones con agua bendita antes de cada una de las mamadas. En Navaconcejo se santigua con la mano izquierda. En Ahigal se hace una cruz sobre ambos pechos con un peque�o crucifijo, al tiempo que dice: Por ehti Crihtu benditu, lechi santa y no j�el y vinagri. Y son incontables los pueblos en los que antes de acercar al ni�o el pez�n la madre le hace la se�al de la cruz sobre los labios y a la altura del est�mago. En toda la provincia de C�ceres se considera que los "pechos alunados" se producen cuando la madre recibe de forma directa la luz de la luna, sobre todo cuando �sta se halla en fases de llena o de creciente. Puesto que la parida no sale de casa hasta cumplir la cuarentena, tampoco debe hacerlo por las noches mientras dure la lactancia. As� me apuntaba una anciana de El Bronco: Lo malu de la luna eh cuandu empre�a. Primeru eh finina y, pocu a pocu, echa panza y s'enllena, queh cuandu dicimuh que sa pre��u. Antoncih la luna eh malina y le roba la lechi a lah mujerih pa ella y solitu le deja en lah tetah la lechi vici� y agua, queh na buenu pa loh muchachinuh. En cuanti qu'entri una raza de la luna por la ventana y la toqui de rehpajil�n a la madri, ya eht� la facat�a jecha. Por tal motivo se cierran los postigos de la casa en los partos nocturnos, y las nodrizas se encargan de no abrirlos las noches de cuarto creciente o de luna llena. Pero adem�s de evitar la presencia f�sica ante la luna, las mujeres lactantes recurren a otro procedimiento: los amuletos, que en el sur de la provincia gozan de enorme popularidad. Son medias lunas de hierro, hueso, plata, madera, cuero o alg�n otro material, con grabados de cruces, c�rculos, puntos, estrellas, espirales, etc., que se llevan colgadas al cuello dendi que la lechi llega, y no desaparecen hasta que �sta se retira, es decir, todo el tiempo que abarca la lactancia. Fue un requisito que los amuletos, para que tuvieran virtud, se fabricasen el d�a de la Asunci�n entre las once y las doce de la ma�ana, horas en las que se supon�a que el sol luc�a con m�s fuerza y, por consiguiente, la luna estaba vencida totalmente. La fabricaci�n de un amuleto requer�a de un "especialista", que en los pueblos cacere�os era el herrero. La virtud del objeto se potenciaba si era bendecido por el cura o se expon�a al paso del Sant�simo en cualquiera de los altares callejeros e d�a del Corpus Christi. Hacia mediados del siglo la fabricaci�n de los amuletos lunares cay� en desuso, y en la actualidad los pocos que a�n se conservan en la regi�n pasan a mano de las lactantes en calidad de pr�stamos en las escasas ocasiones que siguen utiliz�ndose.
Los pendientes en forma de media luna que fabricaban los orfebres de Ceclav�n y Torrejoncillo, y que en el �ltimo de los pueblos se entregaban de regalo a las reci�n casadas, hay que interpretarlos como amuletos destinados a salvaguardar los pechos de las mujeres que amamantan del astro de la noche. La herencia de estos amuletos cacere�os tal vez arranca del mundo fenicio, pues su semejanza con los hallados en el tesoro de Aliseda salta a la vista. Dentro de este mismo contexto de la protecci�n se pueden incluir lah jocih de corti que el Ahigal colocaba el marido a la puerta o ventana de la estancia en la que sufr�a clausura de cuarentena la que hab�a dado a luz. No existe la menor duda de que la joci es una representaci�n bastante fiel de la luna, al igual que la herraduras que los ganaderos de la provincia colocaban en las cuadras en las que las hembras amamantaban a sus cr�as.
En Salorino previene contra los males de la luna en la mujer lactante el que �sta lleve al cuello un amuleto en forma de pecho diminuto y atado con una cinta doble con los colores del arco iris. Los hay de madera, cera, metal y pizarra. La forma de actuaci�n del amuleto es sumamente f�cil. Dicen en el pueblo que cuando la luna o, mejor todav�a, el esp�ritu de la luna busca alojarse en los pechos de la mujer, se ve atra�do por el peque�o dije, se introduce en �l y deja a la lactante libre de todo da�o. Si el amuleto se rompe, no dudan en asegurar que el accidente fue debido a que el mal de la luna se meti� en su interior, mal que de otro modo hubiera llegado a los pechos femeninos.
Texto completo: La lactancia en la Alta Extremadura.
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