Sunday, January 22, 2012

Dandelion wine

Acaso sea porque estamos en enero, el verdadero comienzo del invierno, y ha llegado el momento de beber el vino del est�o, de dorado diente de le�n, sent�monos al calor de la lumbre, aunque sea el�ctrica, y bebamos de los recuerdos que nos hicieron tal como somos. 

�Cu�l fue nuestro primer recuerdo? �Cu�l el momento en que, como Doug Spaulding, fuimos realmente conscientes de lo que significa estar vivos? Hasta llegar aqu�, todos hemos recorrido un camino que nos ha dado forma. Decubrimientos realizados en eternos y soleados d�as de verano, cada uno id�ntico al otro en apariencia pero no en contenido. D�as en que se aprende que, para ser razonablemente feliz, hay que sacarle el jugo a lo que tenemos a mano en vez escuchar y dar cr�dito a los cantos de sirena emitidos por falsas m�quinas de la felicidad. Encontrarle el punto a las tareas diarias, cotidianas y rutinarias porque, sin ellas, por ejemplo, no podr�amos recolectar los preciosos dientes de le�n: maleza para la mayor�a, flor noble para quien las sepa ver:

Viajar al pasado prendidos de los recuerdos de otro, vencer a asesinos legendarios en inferioridad de condiciones, desprenderse de las pruebas de nuestra propia infancia cuando ya nadie cree en ella, enfrentarse a todo tipo de brujas... Incluso, y no es poco importante, aprender las diferentes formas que existen de despedidas. S�, aunque sea para volver a reencontrarse en el futuro, en otra vida y en otra historia, con tan solo una extravagancia como contrase�a.

Todo esto solo puede suceder durante los largos d�as de verano, conscientes de estar vivos, recolectando las flores de diente de le�n que vamos encontrando. Porque ahora, cuando llega el invierno, nos queda el vino del est�o, necesario para recordar lo que sabemos y sentir de nuevo los d�as soleados.
El vino de diente de le�n.
Las palabras sab�an a verano. El vino era verano encerrado y taponado. Y ahora que Douglas sab�a, realmente sab�a, que estaba vivo, y se mov�a en el mundo para verlo y tocarlo, conven�a que algo de este nuevo conocimiento, algo de este especial d�a de vendimia, fuera apartado y sellado, y abierto luego un d�a de enero, cuando nevara r�pidamente y el sol estuviese oculto desde semanas o meses atr�s, y el milagro, en parte olvidado, necesitara renovarse. Ser�a aquel un verano de insospechables maravillas, y Douglas quer�a que lo conservaran y orde�aran. En cualquier momento bajar�a de puntillas a ese h�medo crep�sculo y acercar�a las puntas de los dedos.
Y all�, hilera sobre hilera, con el color suave de las flores que se abren a la ma�ana, con la luz del sol de junio tras una d�bil pel�cula de polvo, estar�a el vino. Y al mirar el d�a invernal a trav�s de la botella... la nieve se fundir�a en pastos, en los �rboles vivir�an otra vez p�jaros, hojas, y capullos, como un continente de mariposas que se alzara al viento. Y el cielo acerado ser�a azul.
Ten el est�o en la mano, s�rvete un poco de est�o, un vasito nada m�s por supuesto, un sorbito para ni�os; cambia la estaci�n en tus venas llev�ndote el vaso a los labios y empinando el est�o.

No comments:

Post a Comment