Thursday, September 3, 2009

La princesa prometida

Esgrima. Lucha. Torturas. Venenos. Amor verdadero. Odio.

Venganzas. Gigantes. Cazadores. Hombres malos. Hombres buenos. Las damas m�s hermosas. Serpientes. Ara�as. Bestias de todas clases y aspectos. Dolor. Muerte. Valientes. Cobardes. Forzudos. Persecuciones. Fugas. Mentiras. Verdades. Pasi�n. Milagros.

�Os suena? Mucha gente conoce esta pel�cula; de hecho, se dice que es m�tica, que poco a poco ha conseguido convertirse en un peque�o cl�sico...Y se puede afirmar que yo estoy de acuerdo. Pero, �hoy d�a podr�a suceder algo as�? La pel�cula, as� como la novela en la que se basa, es todo un homenaje a las novelas de aventuras de toda la vida, as� como al cine, tambi�n de aventuras, de los a�os 50. Destila humor, iron�a y nostalgia por los cuatro costados y, si hubiera que elegir una escena que resumiera el esp�ritu de la pel�cula y dar as� un ejemplo a quien, por alguna extra�a raz�n, no la haya visto esa ser�a la escena de Vizzini y el Enmascarado:



Pero, volviendo al principio, �hoy en d�a se leen este tipo de novelas de aventuras? Me parece que, aparte de una peque�a minor�a, cada vez menos. Es por eso que creo que pocos podr�n ir a�adi�ndose en el futuro a la lista de fans. No creo que se disfruten los gui�os ir�nicos a historias de espadachines, piratas, h�roes enmascarados, venganzas... Simplemente porque en su d�a no se emocionaron con este tipo de historias. No entender�n, por ejemplo, el gran gui�o que es la historia de ��igo Montoya, con su laaarga venganza, a este tipo de novelas (El Conde de Montecristo, El Corsario Negro, 20.000 leguas de viaje submarino,...), no se emocionar�n igual con su duelo final si no vieron pel�culas de aventuras de capa y espada (Scaramouche, Los Tres Mosqueteros, el Prisionero de Zenda,...):



Pero quiz�s no todo est� perdido. Quiz�s si leen la fuente original... Porque si a alguien le gust� la pel�cula, sin duda alguna debe leer la novela y, si la pel�cula le parece que envejeci� mal, sin duda la novela no ha envejecido ni en una coma. Hagamos la prueba. Pongamos un poco de m�sica para los nost�lgicos y... leamos un fragmento.
El a�o en que Buttercup naci�, una criada de cocina francesa llamada Annette era la mujer m�s hermosa del mundo. Annette trabajaba en Par�s para los duques de Guiche y no hab�a escapado a la atenci�n del duque que una mujer de una belleza fuera de lo com�n le sacara brillo al peltre. El inter�s del duque tampoco pas� inadvertido a la duquesa, que no era ni muy hermosa ni muy rica, pero s� muy lista. La duquesa se dispuso a estudiar a Annette y al cabo de no mucho tiempo descubri� la tr�gica debilidad de su adversaria.

El chocolate.

Dotada ya de armas, la duquesa puso manos a la obra. El palacio de Guiche se convirti� en un castillo de caramelo. Dondequiera que posara uno la vista encontraba bombones. En las salas hab�a montones de caramelos de menta recubiertos de chocolate; en los salones, cestas de turrones tambi�n de chocolate. Annette estaba perdida. Al promediar la estaci�n, de delicada se convirti� en colosal y el duque no volvi� a mirarla sin que una triste estupefacci�n le nublara la vista. (Hay que se�alar que, a lo largo de su proceso de ensanchamiento, Annette parec�a m�s alegre. Con el tiempo, acab� cas�ndose con el chef de pasteleros; los dos comieron much�simo hasta que la edad avanzada los reclam�. Hay que se�alar tambi�n que las cosas no fueron tan felices para la duquesa. El duque, por motivos que desaf�an toda comprensi�n, qued� prendado de su propia suegra, lo cual le provoc� �lceras a la duquesa, s�lo que por aquella �poca todav�a no se conoc�an las �lceras. Para ser m�s exactos, las �lceras exist�an, la gente las padec�a, pero no se llamaban as�. En aquellos tiempos, la profesi�n m�dica las denominaba �dolores de est�mago� y se cre�a que la mejor medicina era tomar caf� con unas gotas de co�ac dos veces al d�a hasta que los dolores remit�an. La duquesa se tomaba su mezcla con fe, y mientras los a�os pasaban observaba c�mo a sus espaldas su marido y su madre se lanzaban besos. No debe sorprender a nadie, pues, que el mal humor de la duquesa fuera legendario, tal como Voltaire lo refiri� de forma tan competente. S�lo que esto ocurri� antes de Voltaire.)

Cuando Buttercup cumpli� diez a�os, la mujer m�s hermosa viv�a en Bengala y era hija de un pr�spero mercader de t�. La muchacha se llamaba Aluthra, y su piel ten�a un tono moreno tan perfecto que hac�a ochenta a�os que no se ve�a en la India. (En toda la India s�lo ha habido once cutis perfectos desde que comenzara a llevarse un registro detallado.) Aluthra acababa de cumplir diecinueve a�os cuando la plaga de viruela se abati� sobre Bengala. La muchacha sobrevivi�, aunque no su piel.

Cuando Buttercup cumpli� los quince, Adela Terrell, de Sussex on the Thames, era, con mucho, la criatura m�s hermosa. Adela ten�a veinte a�os, y hasta aquel momento le llevaba tanta ventaja al resto del mundo que era casi seguro que ser�a la m�s hermosa por muchos, muchos a�os. Pero un buen d�a, uno de sus pretendientes (tendr�a unos ciento cuatro) asegur� que Adela deb�a de ser sin lugar a dudas el ser m�s ideal jam�s engendrado. Esa noche, a solas en su alcoba, se examin� poro a poro en el espejo. (Esto fue despu�s de que inventaran los espejos.) La inspecci�n le llev� casi hasta el amanecer, pero para entonces ya ten�a claro que el joven hab�a emitido una apreciaci�n m�s que correcta: era perfecta, aunque ella no hab�a tenido nada que ver en eso. Mientras se paseaba por la rosaleda familiar y contemplaba c�mo sal�a el sol, se sinti� m�s feliz que nunca. �No s�lo soy perfecta �se dijo�, sino que probablemente ser� la primera persona perfecta de toda la historia del universo. No hay ninguna parte de m� que pueda mejorarse. �Qu� afortunada soy de ser perfecta y rica y pretendida y sensible y joven y...!�

�Joven?

La bruma comenzaba a disiparse cuando Adela se puso a meditar. �Est� claro que siempre ser� sensible �pens�, y que siempre ser� rica, pero no s� qu� har� para mantenerme siempre joven. Y cuando no sea joven, �c�mo podr� seguir siendo perfecta? Y si no soy perfecta, pues... �qu� me quedar�? �Qu�?� Adela frunci� el ce�o mientras cavilaba desesperadamente. Era la primera vez en la vida que se ve�a obligada a fruncir el ce�o, y cuando cay� en la cuenta de lo que acababa de hacer, se qued� sin aliento, horrorizada ante la idea de haberse estropeado, quiz� para siempre, la hermosa frente. Se precipit� otra vez delante del espejo y se pas� la ma�ana ante �l, y aunque logr� convencerse de que continuaba siendo casi tan perfecta como de costumbre, no cab�a ninguna duda de que ya no era tan feliz como antes. La preocupaci�n hab�a comenzado. Dos semanas m�s tarde aparecieron las primeras marcas; las primeras arrugas tardaron un mes y antes de que promediara el a�o las ten�a a montones. Se cas� al poco tiempo con el mismo hombre que la tildara de sublime, y durante muchos a�os le dio una vida infernal.

Obviamente, a los quince a�os, Buttercup no ten�a ni idea de todo esto. Y si la hubiera tenido, le habr�a resultado completamente incomprensible. �C�mo pod�a importarle a alguien si era o no la mujer m�s hermosa del mundo? �Qu� diferencia pod�a existir si s�lo se era la tercera mujer m�s hermosa? O la sexta. (Por aquella �poca, Buttercup no llegaba a ocupar posiciones tan elevadas, y apenas se encontraba entre las veinte principales, y eso si s�lo se ten�a en cuenta su potencial, y no las atenciones especiales que le dedicaba a su propia persona. Detestaba lavarse la cara, especialmente la zona de detr�s de las orejas, y estaba harta de peinarse y lo hac�a lo menos posible. Lo que le gustaba hacer en realidad, lo que prefer�a por encima de cualquier otra cosa, era montar su caballo y burlarse del mozo de labranza.) El caballo se llamaba Caballo (Buttercup nunca tuvo una imaginaci�n desbordante) y acud�a a su llamada, iba a donde ella lo dirigiese, hac�a todo lo que ella le mandaba. El mozo de labranza tambi�n hac�a lo que ella le mandaba. Era ya un muchacho, pero hab�a comenzado a trabajar para el padre de Buttercup al quedar hu�rfano a temprana edad, y ella siempre se hab�a dirigido a �l del mismo modo. �Muchacho, alc�nzame eso�; �Ac�rcame aquello, muchacho..., date prisa, holgaz�n, mu�vete o se lo dir� a mi padre.�

�Como desees.�

Leer el primer cap�tulo completo.

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